Con mis zapatos nuevos salté la reja junto a los de siempre, nos acercamos a las canchas de cemento con nuestra disposición habitual. Armamos equipos, algunos dijeron que disparejos, pero que más da, yo en ese tiempo hacía paredes con mis amigos y corríamos la banda para centrar durante toda la tarde. El que anotaba varias veces seguidas estaba "prendido", así que recibía mas pases y tenía más confianza. Recuerdo que en un mal movimiento golpeé el balón arrastrando el pie, mi zapato derecho ya estaba roto, pero ya anochecía y hubieramos jugado hasta el otro día, o durante toda la vida... si tan sólo nos hubieran dado con la luz, como los Viernes.
Maté a Cabrera
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Hace mucho tiempo que estoy escribiendo una obra de teatro, se lo he
contado a todo el mundo, detalles o generalidades aparte, el mundo me ha
dicho que sig...
Hace 6 años
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