sábado, 24 de enero de 2009

Nocturna de sal

Cuando el payaso se giró luego del chiste para dar la cara al público, solo vio una punzante y atónita mirada de la concurrencia: Su espectáculo era triste y miserable, su alegría se desplomó en seguida; un sujeto sentado en una esquina se sentía vacío y ultrajado por tan pobre escena, no aguantó ese sentimiento de vergüenza y soledad así que salió a la calle, cerró la puerta del cuchitril tras de si, prendió fuego a un cigarro y le tendió una larga mirada al pordiosero que en medio del frío abrasador hace media hora le había pedido una moneda.

Se acercó distante y solemne y le arrojó una de cien en la tacita. El vagabundo, además de ostentar una clara pobreza tenía algunos problemas mentales, hubiéralo dicho así cualquier persona, tal vez debido al hambre y la suerte de vida. De sus trapos harapientos sacó sus manos y con una distendida sonrisa levantó la cabeza, aplaudió dos veces mientras se sacudía de manera estrepitosa, luego se calmó y mientras abría sus palmas apuntando con los ojos al cielo, con una voz de profeta, dijo: "¿Cómo saber si soy el indicado?"

El momento se hizo tenso, el hombre había sido paralizado hasta el alma, la escena se extendió por varios minutos, ambos impertérritos en sus posiciones. Cuando el cigarro sólo era un filtro quemado, lo arrojó delante suyo y lo apagó con rudeza, dio media vuelta y se puso a caminar. Tras unos pasos el hombre pensó: "Si..., ese tipo es más divertido que el payaso". Las gotas cayeron sobre la calle, los pasos del caminate se hicieron eternos, igual que la noche, la vida dejaba otra vez los remansos del tiempo para largarse a otro lugar de la ciudad.

1 comentario:

. dijo...

tu forma de escribir me es tan familia... creo que tu ya me lo habias dicho... me encantan las escenas en que la gente camina y está fumando un cigarro, me gusta tu forma de describir esa escena, y la escena me parece tan mia... la siento mia.. Suerte!