viernes, 12 de marzo de 2010

El desierto en un instante

La tímida ráfaga, que pareció más un espejismo, sacudió al viajante. Sobre la alfombra de arena que cubre la tierra se esparcieron los últimos rastros de agua de sus ojos. Los pensamientos que lo acechaban eran los mismos de siempre: "El próximo paso que de, puede ser el último"

Bajo la explanada que dividía el terreno por un lado en salar y por el otro en un árido desierto, se extendía un pequeño campamento. Las carpas de telas blancas y suaves contrastaban el naranjo del atardecer; los hermosos adornos metálicos, el quejido pesadumbroso que salía del hocico de algún camello, los rostros morenos y curtidos...todo sacado de un cuento de Paul Bowles.

Henchido de esperanzas, sus piernas hicieron maromas circulares, descordinadas...que lo llevaron al campamento al fin y al cabo. La gente lo miró como si no fuera nada especial...

"Acércale un vaso con agua" La orden fue dirigida a un niño, el cuál vió que tenía en sus manos un momento de diversión. Apenas con su mano le ofreció el vaso al viajero, él la recogió. Luego hizo gestos teatrales como si fuera él a tomársela, luego como si se le cayera.

El hombre estaba impotente en su situación. Dos guardias armados de lanzas de punta gruesa los observaban a ambos, y seguramente responderían a cualquier acto hostil que se le ocurriese. Cuando ya se sentía al borde de la desesperación el hombre con una voz quebrada y lastimosa trató de comunicarse con él: "¡Por favor!, ¡Te lo ruego!"

El niño se calmó.

Con una mirada seria antes de pasarle el vaso, en un perfecto francés le dijo: "Nunca debes rogar por un vaso de agua, algunos nacieron para morir sedientos, pero perfectos...ahora tu alma siempre estará sedienta" Con el vaso en la mano, el viajero contuvo la respiración, y en el trago más amargo de su vida vació el vaso en su boca, al acabar, se desplomó en el suelo y se sumió en un sueño profundo.

El sol ya se había puesto para entonces, la gente traía cubos con agua para los camellos, un par de palmeras aún jugaban con la brisa, parecían reírse, parecían darle vida al paisaje...a los llanos secos, a la luna creciente.

1 comentario:

Verónica Velásquez dijo...

A veces siento que literalmente estoy dando jugo.

Me encanta como escribes… y si soy sincera es muy complejo, por eso me gusta. Tienes mucho talento.

Gracias por tu comentario, me alaga el hecho que a ti… por la forma en la que escribes… pienses, aun que sea un poco, que es profundo y bueno lo que escribo.

Muchas gracias.